lunes, 9 de julio de 2018

La desconocida Naturaleza de la patria

 Cualquier análisis ambiental suele dejar un sabor amargo. Desde los informes más generales hasta los documentales más específicos. Nuestra especie, tan sofisticada desde muchos puntos de vista (artísticos, científicos, tecnológicos) se comporta brutalmente con el mundo natural. Es llamativo que las manos y cerebros de la especie capaz de diseñar una nave espacial, un ingenioso juego para la computadora o escribir las notas de una sinfonía sea la misma que pueda envenenar un río, arrasar un bosque o incendiar un pastizal.
Gigantescas islas de basura se multiplican en los océanos.
Todos los días, los diarios y noticieros televisivos presentan -sin piedad- un amplio muestrario de las miserias humanas, injusticias y desastres. Pese a ello hay esperanzas para todos nosotros y quienes nos sucedan.

[…] Nuestros estudiantes son capaces de reconocer cientos de nombres de extrañas marcas o productos comerciales pero les resulta casi imposible mencionar los nombres de 10 animales o plantas silvestres autóctonas de su localidad. Esto nos sugiere que no estamos prestando atención a nuestra naturaleza, que ni siquiera sabemos los nombres de las especies que la componen, y que ignoramos que ellas y los paisajes que conforman son parte de nuestra identidad.
Y esto sucede en un contexto donde día a día van reduciéndose las áreas silvestres que las albergan.
Según un estudio de la Fundación Vida Silvestre, quedan en el país alrededor de 200 ejemplares de yaguaretés.
 Poco a poco pareciera que nos vamos acostumbrando a encontrarnos con la naturaleza solo a través de Internet, la televisión, un zoológico, un museo, un acuario o un jardín botánico. Pero fuera de estos lugares está peleando día a día para sobrevivir. Y si no nos acercamos a ella difícilmente la conozcamos mejor. Y quien no lo prueba… ¡no sabe lo que se pierde! Y si no la caminamos, si no descubrimos el nido con los pichones, si no nos sorprende el salto del pez que caza un insecto, la rana que se sumerge en el charco o la flor visitada por los colibríes, poca esperanza le queda a todo eso.
Jardín de los Picaflores, en Puerto Iguazú
La única forma de conectarnos con el mundo natural no es solo a través de libros, computadoras y televisores. Son muchos los espacios verdes y reservas naturales que nos esperan. Y hasta tenemos la oportunidad de recrear nuestras propias reservas (por modestas que sean) en nuestras casas. Solo tenemos que cultivar plantas autóctonas de nuestra región para enriquecer nuestros patios, balcones, terrazas o jardines. Al principio, será difícil, porque no abundan los viveros con especies silvestres, pero cada día son menos raros y más comunes. Incluso, en las mismas reservas naturales.

Si aceptamos este desafío, pronto veremos que nuestro espacio silvestre será visitado por aves, mariposas y muchos otros animales que antes no estaban, porque no tenían refugio o alimento. Si cada uno de nosotros recrea un pequeño espacio natural la suma de todos hará una gran diferencia. Tan grande que algunas especies podrán sobrevivir en las ciudades gracias al compromiso ambiental de sus habitantes. Como vemos, siempre se puede hacer algo.
Pero para comprometernos debemos conocer algo más y no solo conocer sino conmovernos.

[…] He tratado de sumar en estas páginas no solo conceptos sobre la naturaleza argentina, sino también sobre algunas personas que se han ocupado de estudiarla o defenderla. Si recorre estas páginas descubrirá a más de un personaje injustamente olvidado. Entre ellos, un Maradona. Pero no se confunda, porque no se trata del jugador de fútbol de fama mundial, sino otro que la mereció y no la logró. Tal vez esto nos ayude a reflexionar sobre los valores de nuestra sociedad y nos permita esclarecernos para alejar las confusiones que tanto daño pueden hacer a los que están transitando el camino de la escuela.

Los dos Maradona (el conocido y el desconocido) encarnan dos modelos. Uno nació con una habilidad sobrenatural para jugar al fútbol. Desde una cuna humilde logró fama y dinero, pero con una conducta desprolija. Tan desprolija que -lejos del arrepentimiento- celebra un gol hecho con la mano, es decir, transgrediendo el reglamento deportivo. ¿Y qué clase de deportista es aquel que triunfa o pretende ganar burlando las reglas?

El otro Maradona hizo un camino inverso: nació acomodado y murió en la mayor de las pobrezas. Dedicó su vida a curar a los más carenciados y olvidados. Y en los ratos libres estudiaba la naturaleza de Formosa. Varias veces fue postulado como candidato a recibir el Premio Nobel de la Paz, pero eso nunca le quitó el sueño. En su homenaje, el 4 de julio (día de su nacimiento, en 1895) se celebra el Día del Médico Rural.
Esteban L. Maradona, médico rural, naturalista y escritor argentino, fallecido en 1995.
No es una mera cuestión de elegir “a ver con cuál Maradona nos quedamos”, sino de saber que la vida ofrece distintas alternativas y caminos.
No importa donde uno nazca, si es rico o pobre, si es morocho o rubio. Importa que sepamos elegir un camino con un rumbo noble, solidario, honesto y comprometido con el bien común. Esto puede hacerse desde cualquier ámbito, disciplina o profesión. […] De eso se trata -después de todo- la conservación: de trabajar para el hoy que vemos y para el mañana que verán los demás.



FUENTE:

BERTONATTI, CLAUDIO (et. al.): "La naturaleza de la patria", Buenos Aires, Fundación de Historia Natural Félix de Azara: Ministerio de Educación de la Nación, 2009. (fragmento)
Texto completo en: http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/documentos/EL005400.pdf